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El día 14/08/07, periódico EL MACARENAZOO > escribió:
Oaxaca: entre la Guelaguetza y la GuerraguetzaEmpiecen a correr la voz. Manden esta información a todos sus contactos. Llamen por teléfono a todos los medios y digan en voz alta: ULISES RUIZ VA A MATAR OAXAQUEÑOS ESTE LUNES Y FELIPE CALDERÓN LO SABE .Así de sencillo. Manden e-mails, llamen, vayan en bola a protestar a los medios. Hagan lo que puedan para evitar esta masacre.En el contexto del conflicto entre la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), la sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y el gobierno de aquel estado, la celebración de la Guelaguetza -una de las principales fiestas de la entidad- se ha convertido en posible detonador de la violencia, tal y como sucedió el pasado lunes 16, cuando la policía bloqueó el acceso de los manifestantes al auditorio del cerro de El Fortín, dejando un saldo de 40 heridos y 60 detenidos. Este enfrentamiento, o Guerraguetza, podría repetirse el lunes 23, cuando está programada la primera de dos presentaciones de esta celebración: el gobierno de Oaxaca apoya una fiesta marcada por la comercialización y el folclor, mientras los inconformes pretenden realizar una versión que recupere su sentido de fiesta de intercambio y cooperación. Este clima de confrontación y de falta de diálogo se debe a la negativa del gobernador Ulises Ruiz y de las autoridades federales a resolver este conflicto social conforme al estado de derecho y en respeto a los derechos civiles y humanos de los oaxaqueños, demanda formulada desde el año pasado por la Comisión Civil Internacional de Observación por los Derechos Humanos (CCIODH) y por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que emitió ayer un resolutivo sobre este caso.Tanto la CCIODH como la CIDH son contundentes a la hora de denunciar las deficiencias, los excesos y las violaciones a las garantías individuales perpetradas por las autoridades en su respuesta a los inconformes. Ambas instancias criticaron la detención de menores de edad, el desconocimiento del paradero de muchos de los arrestados, la carencia de garantías del respeto al estado de derecho y las violaciones a los derechos humanos cometidas por las fuerzas del orden, entre otras irregularidades. Sin embargo, hay que constatar que entre uno y otro documento media un lapso de unos siete meses, situación que pone al descubierto la falta de voluntad y de interés de los gobiernos estatal y federal para resolver este conflicto por la vía de la negociación y el diálogo y su apuesta por el uso de la fuerza y la represión para acallar las voces de los manifestantes.Así, esta actitud de intolerancia hacia una parte importante de la población del estado ha provocado que Oaxaca permanezca como un foco rojo en el panorama nacional pese al discurso oficial, lo que afecta la estabilidad y gobernabilidad del país. De hecho, las autoridades han ignorado las conclusiones de la CCIODH y no han movido un dedo para aclarar los asesinatos de activistas de la APPO y de maestros registrados en 2006, las desapariciones de personas, las detenciones arbitrarias, los malos tratos, torturas y abusos sexuales infligidos a los arrestados, las violaciones al debido proceso de los detenidos y los atentados contra la libertad de expresión. Por lo visto, para estos gobiernos es preferible recurrir a la fuerza bruta antes que resolver los problemas de pobreza, caciquismo, acceso desigual a los recursos y falta de democracia que padece la entidad, ello sin mencionar el desinterés por fincar responsabilidades hacia los servidores e instituciones públicas que cometieron o permitieron estos abusos, como la Procuraduría General de Justicia del estado y la Secretaría de Seguridad Pública federal, entre otras.Aunque la solución del conflicto oaxaqueño no será fácil ni rápida, urge que se adopten decisiones firmes en torno de este caso. De esta manera, no habría que echar en saco roto las demandas sobre la renuncia del gobernador, tal como lo solicitó Ulises Ramírez Núñez, presidente de la Comisión de Seguridad Pública del Senado e integrante del Partido Acción Nacional, en vez de caer en negociaciones en lo oscuro para mantener en el poder a un personaje repudiado en los ámbitos estatal, nacional e incluso internacional.La Guelaguetza roja
Carlos Beas TorresEl año pasado y como parte del gran movimiento ciudadano que se levantó en Oaxaca demandando la democratización y la destitución del gobernador Ulises Ruiz, se celebró por vez primera y de manera exitosa la Guelaguetza popular, un gran festival que contó con la participación de cientos de auténticos danzantes indígenas provenientes de todas las regiones del estado y de más de 30 mil asistentes, los cuales lo disfrutaron de manera gratuita.Este año el movimiento ciudadano impulsó de nuevo la realización de la Guelaguetza popular como una forma de protesta, pero también de recuperación de una fiesta tradicional desvirtuada por los mercaderes y los políticos. La calenda realizada el pasado domingo 15 de julio fue todo un éxito, ya que los danzantes caminaron por las calles de la capital del estado acompañados por la música y por la algarabía de decenas de miles de oaxaqueños, quienes coreaban además demandas políticas entre las que sobresalía la innegociable destitución del mal gobernador.Sin embargo, y al igual que el año pasado, un clima de hostigamiento y de represión fue el preludio de la celebración de la Guelaguetza popular. En los caminos de Oaxaca se establecieron en los últimos días decenas de retenes militares donde se controla e intimida a la población con el pretexto de dar cumplimiento a una ley de armas y explosivos. En las proximidades de la comunidad chontal de El Morro Mazatán se pueden encontrar en menos de 10 kilómetros tres de estos retenes, donde se revisa e interroga de manera exhaustiva a los viajeros.En uno de los retenes, ubicado a la altura de la presa El Estudiante, en Huayapan, muy cerca de la capital del estado, fue detenida en pleno la delegación de danzantes provenientes de la región de la Cuenca; los artistas populares fueron tratados como delincuentes, siendo vejados e intimidados por los militares.Por otro lado, hace unos pocos días decenas de comerciantes priístas establecieron sus puestos alrededor del plantón que mantienen en el zócalo desde hace un mes los profesores de la sección 22 y los miembros de la APPO. Las provocaciones y amenazas se han incrementado, lo cual puede derivar en un fuerte enfrentamiento cuando se sumen nuevos contingentes al plantón magisterial.Las acciones represivas que buscan inhibir la protesta ciudadana también han aumentado. El estudiante Francisco Velasco Hernández, quien fue detenido y torturado en enero pasado por policías ministeriales, viene siendo hostigado por sus torturadores, quienes han llegado al extremo de denunciarlo por los delitos de lesiones y resistencia a la autoridad. David Venegas, mejor conocido como El Alebrije, continúa detenido en el penal de Ixcotel a pesar de haber obtenido el amparo de la justicia federal, el cual de manera expresa señala "la no existencia de pruebas que acrediten su responsabilidad en los delitos de los cuales ha sido acusado", y por su parte los familiares de Flavio Sosa vienen denunciando que el detenido en el penal de alta seguridad del Altiplano no ha recibido la atención médica necesaria, por lo cual su estado de salud es delicado.Todos estos hechos hacían previsible que la movilización anunciada con motivo de la Guelaguetza popular fuera agredida por la policía con redadas y detenciones masivas. Un día antes, el 15 de julio, los voceros de la APPO habían advertido ya acerca del establecimiento de un operativo policiaco que tenía como objetivo reprimir la movilización ciudadana, y alertaban sobre muy posibles provocaciones.En la mañana del 16 de julio más de 10 mil maestros y gente del pueblo acompañaron a las delegaciones artísticas provenientes de las diferentes regiones a la llamada Rotonda de la Azucena, lugar donde se encuentra el auditorio de la Guelaguetza y en el que desde hace 75 años se realiza esta festividad. Sin embargo, a un kilómetro de ese lugar, al pie del cerro de El Fortín, el paso de los manifestantes fue cerrado por un fuerte dispositivo policiaco encabezado por el siniestro Aristeo López, mando responsable directo de las graves violaciones a los derechos humanos de cientos de oaxaqueños. Durante más de media hora y en un ambiente tenso, los manifestantes se mantuvieron dialogando, exigiendo pasar, mientras algunos policias los hostigaban tomándoles fotos. El ambiente era muy tenso hasta que del cercano hotel El Fortín fue lanzado un cohete que como señal marcó la ofensiva policiaca, y con ella un masivo lanzamiento de gases y golpes. La respuesta de los manifestantes fue inmediata, dando lugar a un enfrentamiento que se prolongó por espacio de cuatro horas y que dejó un saldo de más de 70 personas detenidas y de unas 40 heridas, entre ellas Emeterio M. Cruz, quien fue brutalmente golpeado por los policías y se encuentra muy grave; entre los lesionados se encuentran también ocho periodistas de medios nacionales y estatales, varios de los cuales denunciaron que a pesar de haberse identificado como informadores fueron atacados por los miembros de las corporaciones policiacas.Mientras ocurrían estos graves enfrentamientos en la parte norte de la capital oaxaqueña, a unas cuantas cuadras, en la llamada Plaza de la Danza, se pudo realizar con éxito la Guelaguetza popular. En ella miles de oaxaqueños pudieron disfrutar de la riqueza artística de los pueblos indios de Oaxaca expresada en danzas tradicionales. La gran mayoría de los medios de comunicación no reseñaron la celebración de esta festividad y el éxito logrado por sus organizadores.Tampoco los medios reseñaron que apenas unos días antes, el 13 de julio pasado, en el auditorio de la Guelaguetza, Beatriz Paredes, la "moderna" presidenta del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Revolucionario Institucional, arengaba en un acto político a varios miles de priístas, en su gran mayoría acarreados con el pago de 500 pesos y portando camisetas de color rojo. La Guelaguetza roja fue también un acto de respaldo a Ulises Ruiz y tuvo lugar precisamente en el auditorio que tres días después le sería negado con violencia a los profesores y miembros de la APPO. Cosas del poder en Oaxaca.Los graves hechos de violencia colocaron de nuevo en la atención pública nacional una situación que se ha venido ocultando: en Oaxaca se mantiene vivo un grave conflicto social. En los próximos días este conflicto podrá adquirir mayores dimensiones, ya que hasta ahora el gobierno federal y el Poder Legislativo se han negado a asumir con seriedad su atención, y por otro lado es más que evidente que no hay cambios importantes en la situación local. Muestra de ello es que mandos policiacos como Aristeo López siguen realizando con plena impunidad actos de extrema brutalidad en contra de la población, y que en pleno uso discrecional de la ley, Ulises Ruiz amenaza cínicamente aplicarla con rigor en contra de los detenidos. No, las cosas no han cambiado en Oaxaca. ¿Cuántos muertos más hacen falta para ello? ¿Cuántos abusos más serán tolerados? ¿Cuántos?Oaxaca: alerta máxima
Puede haber una matanza el lunesLlamado a la solidaridad mundialZapatero, obligado a alzar la vozJaime AvilésAunque La Jornada las publicó apenas el pasado día 19, hay que volver a ver las tres fotos que enlutan -iba a decir ilustran- esta plana. En la primera, Ulises Ruiz, de casco, tolete y escudo, lleva del brazo a un ciudadano llamado Emeterio Merino Cruz Vázquez, albañil y plomero, que nació hace 43 años en San Pedro Pochutla, está casado y tiene cuatro hijos, dos niñas y dos niños, que estudian la secundaria y la prepa. Nótese por favor que al ser trasladado, caminando por su propio pie, no opone la menor resistencia. Tiene, sí, los ojos muy abiertos en señal de alerta y se percibe lo rápidamente que le late el corazón y la resequedad que el susto le ha dejado en la boca.Ayer por la tarde sus familiares me contaron que el pasado lunes, a la hora en que Ulises Ruiz dio la orden de atacar con garrotes, piedras y gases el plantón de los maestros de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca que bloqueaban las instalaciones de la Guelaguetza, Emeterio salió de su casa para ir a otra, más o menos cerca, donde lo esperaban para que reparara un baño. Desgraciadamente, cuando vio la trifulca y trató de alejarse, varios Ulises Ruiz lo persiguieron, lo rodearon y golpearon para "ablandarlo".La segunda foto muestra con claridad cuáles fueron las instrucciones que Ulises Ruiz impartió y cumplió con entusiasmo y vocación didáctica, y muy seguramente con un principio de erección peneana debida al placer que tal vez le causan los actos de sadismo. Obsérvese cómo mientras Emeterio ya está sentado en el suelo, en una calle cubierta de piedras, envases de plástico y recipientes de gas lacrimógeno, un Ulises Ruiz metrosexual, con los brazos hercúleos y desnudos, que sostiene el escudo y el tolete con la extremidad superior derecha, lo agarra del codo con la otra mano.Fíjese cómo contemplan la escena otros dos Ulises Ruiz uniformados y un sujeto de pantalones, chamarra, camisa y cachucha de civil, que no sirven para ocultar su real identidad criminal: Ulises Ruiz. Adviértase cómo, en tanto, otro Ulises Ruiz de uniforme y con un paquete de botellas de agua en la izquierda, se aleja de la escena hacia un autobús aparentemente quemado.¿Qué sucedió entre la segunda y la tercera fotografía? No lo sabemos pero no nos cuesta trabajo deducirlo. Durante la oleada represiva de noviembre, un arquitecto salió de su estudio con un plano que acababa de dibujar y buscaba una papelería para fotocopiarlo cuando Ulises Ruiz lo atacó por sorpresa y lo golpeó con tal saña que le vació la cuenca de un ojo. En esas mismas fechas, y en ese mismo clima, una bestia de la Policía Federal Preventiva le cercenó un dedo a una señora de un garrotazo. Imagínese la furia que debía contener el cerebro de ese gorila y la fuerza que éste le imprimió a su brazo para que el tolete actuara como machete y amputara el dedo de una mujer.¿Por qué no hubo un consenso en la República para que a raíz de tales atrocidades se decretara la desaparición de poderes en Oaxaca y Ulises Ruiz, el asesino serial que se dice "gobernador" de aquella entidad, fuera encarcelado, juzgado y sentenciado por todos sus crímenes? Hay una muy simple respuesta: porque la mafia que se robó la Presidencia el 2 de julio estaba insatisfecha con esa política represiva. Héctor Aguilar Camín ya lo había publicado en su columna periodística: la PFP tenía que usar sus armas de fuego "porque las bayonetas se mellan pronto".Ocho meses después, por increíble que parezca, Ulises Ruiz continúa asesinando personas inocentes como lo muestra la tercera foto de esta serie: después de pasar por los brazos del sádico metrosexual, Emeterio es trasladado en estado de coma al Hospital de Especialidades de Oaxaca, donde ayer, a la hora de escribir estas líneas, permanecía conectado a un respirador artificial, técnicamente muerto. Lo que esta columna no alcanzó a confirmar es si Emeterio figura entre las 33 personas consignadas tras la represión del lunes a quienes un juez les fijó una fianza individual de 2 millones de pesos. Mientras esta duda se despeja, su familia paga a fuerzas mil pesos diarios por las medicinas que consume Emeterio. Este es el México de Felipe Calderón.Una fuente me cuenta que Emeterio seguirá con vida artificial porque Ulises Ruiz no quiere que fallezca antes de pasado mañana, para que la noticia no ensombrezca los planes que ha hecho para el lunes: ese día está dispuesto a golpear con una saña hasta ahora no vista porque si no consigue despejar la zona del cerro para que se represente la Guelaguetza, la APPO demostrará que ya no gobierna. Esa es la apuesta, ese es el gran peligro y la voz de alerta que debe recorrer el mundo: dentro de 48 horas puede haber una matanza en Oaxaca. Nuestro deber no se reduce a impedirla sino a que de una vez por todas caiga y sea castigado el asesino.Por su parte, después de su visita a nuestro país, de conocer en persona a Calderón, de mirarlo a los ojos, de percibir su pequeñez esencial, de estrechar la mano que se robó la Presidencia y aún estaba húmeda porque acababa de lavar más de 200 millones de dólares incautados a un presunto contrabandista, José Luis Rodríguez Zapatero tiene la obligación moral de hacer algo por los mexicanos. Externar, aunque sea, su "preocupación" por Oaxaca y por el estado de los derechos humanos en México.Una mínima consecuencia positiva de su visita, hay que reconocerlo, es que la agencia española de noticias Efe ya dejó de llamar "alzados" a los militantes de la APPO, debido quizá a que en lugar de la embajadora franquista de Aznar ahora se encuentra Carmelo Angulo, un socialista que conoce por dentro América Latina y que deberá trabajar muy duro para establecer relaciones de amistad entre el gobierno español y el movimiento de López Obrador pensando en el futuro cercano. Porque al ritmo que van las cosas...
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