
CONTRA VIENTO Y MAREA, EL AMOR SIEMPRE VUELVE
Desde lo ocurrido en la cumbre los pueblos Latinoamericanos deberemos plantearnos un profundo debate sobre qué es poder y cual es el poder que necesitamos para desenvolvernos como seres dignos, libres y soberanos, aprendiendo de la República de Cuba que ha subsistido salvaguardando su vida revolucionaria contra viento y marea.
La necesidad primerísima de los pueblos de Nuestra América sería lograr que nuestros dirigentes amaran a sus ciudadanos como ha ocurrido con los cubanos.
Si esos gobernantes algún día nos amaran no intentarían desvalijarnos, porque amor es permitir crecer, dar felicidad y libertad verdadera, virtudes que jamás logrará el consumo dentro del régimen capitalista, cuyo único sentimiento es la ganancia, el costo, el gasto, el rédito, la usura.
Aporto como ejemplo el desastre de Katrina, aún in solucionable, y el empeño de la organización cubana por resguardar a su población, a sus granjas, insumos y plantaciones blandiendo el amor contra viento y marea.
El pueblo de Cuba aporta una certeza a quienes lamentablemente no hemos recibido el mismo trato afectivo: ha sido y continúa siendo amado por sus dirigentes.
Y un pueblo amado devuelve en adhesión y respeto esa cualidad entrañable tributada por las autoridades, verdaderos representantes que practican hacia él virtudes y valores universales, y como dice su Himno, si es necesario inmolar por esa causa el patrimonio, la salud, sus esfuerzos, la vida.
Citaré a José Martí cuando en 1873 habló al pueblo de España del afán de Cuba por ser libre y dijo que la gloria y el triunfo no eran más que un estímulo al cumplimiento del deber. Que en la vida práctica de las ideas, el poder venía del respeto a todas las manifestaciones de la justicia, y la voluntad firme ante los malos consejos de crueldad u orgullo que podrían sufrir de sus gobernantes
Advirtió que cuando el acatamiento a la justicia desaparece en la autoridad, el cumplimiento del deber se desconoce y la infamia envuelve el triunfo y la gloria, la vida se hace insensata, odiosa y se gobernará con un poder vicioso.
Verbo encendido y libertador, Martí también prometió maldecir a una República que ahogara a otra República, a un pueblo libre que comprimiera las libertades de otro pueblo, o cuando una nación subyugara y sometiera a otra que intentaba probar que quería serlo.
Aseguró que si la libertad de la tiranía era tremenda, la tiranía de la libertad repugnaba, estremecía, espantaba y no podía ser fecunda para los pueblos que tenían la frente manchada de sangre.
La República española –agregaba- debía limpiar su frente de todas las manchas, porque no habría tranquilidad ni seguridad por remordimientos y opresiones cuando se cometiera la violación más sencilla o la incomprensión más pequeña en contra del deseo popular.
.Con estas advertencias, Martí señalaba para todos los tiempos el significado de un poder construido en la ética, el amor y el entendimiento del Ser Humano y destaca un poder con obligación de amar, bien tratar, defender, respetar a su pueblo.
Pueblo libre como es Cuba, mencionado en la vasta obra de Martí y en la práctica de Fidel como único monarca legítimo e insuperable Soberano de la Humanidad.
¡Cosa difícil para el capitalismo!
ADRIANA VEGA
ACUJOMA R. A.
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