Solicita Mini Numa amparo contra la negativa del gobierno de Guerrero de mejorar atención médica
http://www.suracapulco.com.mx/nota1.php?id_nota=39175
Deshidratada, vacía de tanto vomitar, la niña no dejaba de gemir. Sus padres, presurosos, la llevaban a cuestas sobre un camino de tierra quebrada para que la viera un doctor.
Después de hora y media de trayecto a pie, llegaron a la clínica, pero la encontraron cerrada. Eran las 4 de la madrugada.
Sentados en el umbral de la puerta y en medio de la lluvia, esperaron hasta que amaneciera. Ese viernes, la clínica no abrió.
Cuatro días después, el 20 de septiembre de 2005, la niña de 7 años murió en su casa acostada en una cama de tablas y cartones, casi a ras del piso de tierra.
Se llamaba Ofelia y era hija de David Montealegre y Marcelina Rojas. Cinco días antes, su hermano Fidel, de 9 años, había muerto por las mismas razones.
Entre 2005 y 2007, seis personas de esta comunidad mixteca perdida en las montañas de Guerrero –entre ellos cuatro menores de 9 años– murieron de fiebre, diarrea o vómito por falta de atención médica.
El módulo de salud más cercano, ubicado en la cabecera municipal de Metlatónoc, siempre lo encontraron cerrado o no alcanzaron una de las 21 fichas que diariamente se reparten para la atención médica.
La clínica de segundo nivel más próxima está en Tlapa. Abre 24 horas al día, pero está a tres horas de camino en transporte público.
Cansados de tanta muerte evitable, los indígenas de Mini Numa emprendieron una batalla legal contra el gobierno de Guerrero por el respeto a su derecho a la salud, a la vida y a la no discriminación.
Cuando la muerte no es normal.
Gripa, calentura, vómito y deshidratación los mandaron a la tumba.
Silvestra de los Santos, de 22 años, tenía 15 días de haber dado a luz cuando acudió a la clínica en Metlatónoc por un dolor de estómago y diarrea. Al llegar ya habían repartido las fichas y le pidieron volver al día siguiente. Murió dos semanas después, el 11 de mayo de 2006, sin recibir atención médica. Dejó a cuatro niños huérfanos, entre ellos un bebé recién nacido.
Olivia Vázquez Cano, de 7 años, tenía diarrea cuando sus papás la llevaron al módulo de salud. A las 5 de la tarde aún no era su turno y el doctor se fue a comer. Les pidió volver temprano al día siguiente. Murió el 13 de diciembre de 2006 sin que la atendiera un médico.
A las 8 de la noche, Leónides Montealegre Fuentes fue llevada a la clínica por vómito y diarrea, pero el lugar estaba cerrado. La menor de 4 años murió el 6 de marzo de 2007.
Cayetano Hernández, de 54 años, perdió el conocimiento de repente. Su esposa fue por el médico a Metlatónoc para que lo revisara en casa, pues no se podía mover. El doctor no fue, no había quien se quedara en la clínica. Murió el 10 de junio de 2007.
"No hay médico, no medicina. Siempre están llorando niños. Queremos médico, el niño no quiere morir, quiere médico", reclama Marcelina, la madre de Ofelia y Fidel, mientras amamanta a su bebé de 8 meses, una de las cuatro hijas que le sobreviven.
Clínica de adobe, no
La lucha de la comunidad por su derecho a la salud comenzó en 2005. Meses antes de que sus hijos murieran, el entonces delegado municipal, David Montealegre, solicitó al doctor Jacinto Cisneros, responsable del módulo de salud de Metlatónoc, que enviara un médico a la comunidad. Él los mandó a Tlapa, con el jefe de la Jurisdicción Sanitaria No. 4, Aarón Nájera.
Un grupo de representantes viajó dos horas y media en "pasajera", bordeando caminos de tierra porque la carretera que prometió Vicente Fox en eso quedó; cada uno gastó 60 pesos de ida, 60 pesos de vuelta. Todo para que el doctor dijera que no.
"Dice doctor Aarón que no puede dar doctores aquí, que no casa de salud, no hay", recuerda David afuera de la Delegación Municipal, rodeado de integrantes del Comité de Salud.
Entonces la comunidad decidió construir su centro de salud. A cada una de las casi 60 familias le tocó donar 20 ladrillos de adobe y 100 pesos para las láminas. En dos meses la construyeron, la pintaron de blanco, le pusieron reja, colocaron una banca de espera y escribieron su nombre con letras grandes: Clínica Mini Numa.
Entusiasmados, regresaron a Tlapa, pero se toparon con otra negativa de la Jurisdicción Sanitaria. La clínica debía de ser de concreto y no de adobe, además 334 habitantes no son suficientes para instalar un módulo de salud, que requieren como mínimo una población de 3 mil.
Lo único que llegó a la casa comunitaria fue un técnico de asistencia primaria a la salud con algunas medicinas para la gripa y la deshidratación, pero caducas.
Cuando la salud tiene horario.
El único módulo de salud que hay en Metlatónoc se parece más a un par de cajones de tráiler que a un consultorio médico. La Fundación Vamos México lo donó en 2005 durante una visita de Vicente Fox, con la promesa de que sería provisional.
Cada cajón mide 2 por 5 metros. Adentro, en el área de consulta general, hay una cama con una sábana que casi siempre está sucia; un anaquel para medicinas, casi vacío; unas lámparas como de quirófano, aún sin estrenar; bolsas de algodón y vendas arrumbadas, además de un pequeño lavabo, que funciona como almacén de medicina caduca.
El centro abre de lunes a viernes a las 8:30 horas, pero hay que llegar desde las 6:00 horas para alcanzar alguna de las 21 fichas.
Lo atiende sólo médico con el apoyo de tres enfermeras.
En la fila de espera, mujeres y ancianos recuerdan que antes había una doctora que los ponía a lavar el módulo o a cargar piedras, a cambio de la medicina.
Por eso, en mayo de 2007, el Comité de Salud envió una carta al gobernador de Guerrero, Zeferino Torreblanca, con copia al presidente Felipe Calderón, en la que solicitaban un doctor para la comunidad.
Tras esta acción, dejaron de llegar las brigadas de Oportunidades y de vacunación.
Mini Numa contra el Estado.
Dos meses después, llegó la respuesta del Gobierno estatal. En una hoja blanca firmada por el secretario de Salud, Luis Barrera, se reiteró que Mini Numa no tiene tantos habitantes para merecer una clínica de salud y está lo suficientemente cerca de Metlatónoc, donde ya tienen el servicio.
Un maestro de la comunidad les recomendó buscar asesoría legal en el Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan,
el cual presentó en agosto una queja ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos en contra del Gobernador, el secretario de Salud y el médico Jacinto Cisneros, por violar sus derechos a la vida, a la salud y a la no discriminación.
En respuesta, el organismo ordenó que se enviara una brigada de salud a la comunidad en lo que se resolvía de fondo la violación a sus derechos y que la Secretaría de Salud estatal hiciera cumplir la atención de 24 horas en la clínica.
Sin embargo, el módulo mantiene su horario de 8:30 de la mañana a 3:30 de la tarde.
Por eso, la lucha tomó otro camino. El 13 de noviembre de 2007, el juez Séptimo de Distrito en Guerrero, Luis Almazán, recibió una solicitud de amparo en contra de la decisión estatal de no enviar un doctor a la comunidad.
"Luchamos por nuestros hijos que tengan medicina, para que no se mueran mujeres en el parto, para que no se mueran hijos por diarrea o gripa. Por eso la lucha nuestra", traduce Alma a don Miguel Montealegre, el abuelo de Fidel y Ofelia.
Un médico para 18 mil habitantes en Metlatónoc
Jacinto Cisneros, el único doctor que trabaja en el módulo de salud de este municipio, tiene cinco años esperando que la Jurisdicción Sanitaria le cumpla con el médico de guardia que desde entonces le prometió.
Son las 3 y media de la tarde y recién terminó de dar las 21 consultas que recomienda la Secretaría de Salud estatal por médico –para garantizar "calidad y calidez"-. Se ve cansado y fastidiado. Tiene dos años sin tomar vacaciones, porque no hay quién lo supla. Como tampoco hubo quien lo supliera toda la semana pasada cuando se fue a un curso en Tlapa.
A él solo le toca atender los casi 18 mil habitantes del municipio que hasta hace poco reinaba en el ranking de la pobreza nacional. De 8 de la mañana a 3 de la tarde, sólo de lunes a viernes, con un abasto de entre 40 y 60 por ciento de las medicinas.
"En todo Metlatónoc faltan médicos, sólo aquí (en la cabecera municipal) hay servicio. Pero en las tardes no. En diciembre contrataron a una doctora de guardia, pero renunció. No sé si no les gusta estar hasta acá o les pagan muy poco, pero no duran".
En la Montaña de Guerrero mueren 89 niños por cada mil nacidos vivos, mientras que el promedio nacional es de 28. En esta región mueren 281 mujeres indígenas por cada 100 mil partos, cuando el promedio nacional es de 51 mujeres. Aquí, sólo hay un ginecólogo para 17 mil 654 mujeres, mientras que el promedio nacional es de 1 por cada 2 mil 414.
A cinco años de trabajar en la Montaña, Cisneros, también indígena, ya tiene su propio diagnóstico sobre la falta de acceso a la salud.
"Ha habido muchas muertes y no sólo en Mini Numa. Aquí, desgraciadamente, la mayoría de los pacientes llegan cuando ya están en muy malas condiciones. Hay muchos problemas de salud, muchos no los podemos resolver como el clima, las condiciones del camino, la falta de dinero; ellos no saben hablar el español, no vienen a consultas porque no tienen dinero y porque su cultura no los deja… mejor morir en casa que en el hospital".
Él tiene el contrato E4 con la Ssa estatal, lo cual significa disponibilidad las 24 horas al día. Sin embargo, también tiene contrato con el ISSSTE, donde pasa las tardes atendiendo maestros. Aunque asegura estar disponible siempre para urgencias, los habitantes dicen que no es así.
Aarón Nájera, jefe de la Jurisdicción Sanitaria No. 4, con sede en Tlapa, reconoce que la clínica de Metlatónoc no atiende tiempo completo.
"Actualmente sólo se atiende de 8 a 3 de lunes a viernes, hay guardias de enfermeras los sábados y domingos medio día. La indicación es que se contrate más personal para que se cubran las 24 horas toda la semana. "Estamos por contratar otros tres médicos más y dos enfermeras".
Sobre las Caravanas de Salud, Cisneros es contundente. "No funcionan. No entran a las comunidades, no están en puntos estratégicos, no traen el material necesario, están por periodos cortos de tiempo, como si la salud entendiera de horarios".
A raíz del amparo, las autoridades estatales respondieron a Mini Numa enviándole un Técnico en Atención Primaria a la Salud (TAPS) es decir, alguien capacitado para curar gripas, calenturas y diarreas, que trabaja de lunes a jueves.
Además de anunciar que pronto (a finales de año) se abrirá una clínica de atención de primer nivel en Metlatónoc, con tres doctores y tres enfermeras, las 24 horas.
Cerca de donde está el módulo de salud, el que parece cajón de tráiler, albañiles trabajan en la construcción de la clínica, la cual debió haber estado terminada en el mes de abril.
No hay comentarios:
Publicar un comentario